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Fotografía ilustrativa del artículo
| 12 Abr 2013

El rey del mar mide 0,4 micras y vive de luz y glucosa

A Neptuno, el dios del mar, le ha salido un competidor. No es tan musculado ni luce melena blanca y tridente, pero ha demostrado ser un superviviente a prueba de extinciones, glaciaciones y millones de años. Mide poco más de 0,4 micras y nadie sabía nada de él hasta 1988 y eso a pesar de ser la forma de vida más abundante en el océano. Es Prochlorococcus, una cianobacteria marítima que vive en condiciones extremas y de la que se creía que, como la mayoría de las de su especie, sólo se alimentaba de la luz, es decir, generando su propio alimento por el proceso de la fotosíntesis.

Sin embargo, un equipo de investigación del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Córdoba, cuya primera autora es la doctoranda María del Carmen Muñoz Marín, ha probado que Prochlorococcus es perfectamente capaz de absorber glucosa del océano. Una capacidad que los científicos cordobeses acaban de mostrar al mundo en un artículo publicado en la revista de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. (Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA), después de tres años de trabajo en el laboratorio y dos meses de expedición en el Océano Atlántico, tomando muestras en un viaje desde el Sur de Inglaterra hasta Chile, y gracias a la colaboración con Ignacio Luque, del Instituto de Bioquímica Vegetal y Fotosíntesis del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y Mikhail Zubkov, del Centro Oceanográfico Nacional de Southampton, en Reino Unido.

Prochlorococcus es el mayor productor de biomasa del océano y, como todos los organismos fotosintéticos, juega un papel fundamental en el desarrollo y mantenimiento de la vida en el planeta. Su capacidad de generar energía a partir de la absorción de la glucosa es para Jesús Díez, uno de los autores del trabajo, la mejor prueba de la adaptabilidad de este organismo que sabe aprovechar la luz –que sigue siendo su principal fuente de energía y la única que garantiza su supervivencia- y otros recursos para sobrevivir en un medio en el que entra en competencia con otras especies.

Si evolutivamente el rey del mar será capaz de compaginar su cualidad de organismo fotosintético con la capacidad de utilizar el alimento proporcionado por otros organismos o sustituir uno por otro son incógnitas que de momento sólo han quedado planteadas a la comunidad científica. Al fin y al cabo a un ser con millones de años y sólo 25 bajo el microscopio aún le deben quedar secretos por revelar.

 

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