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Fotografía ilustrativa del artículo
| 29 Ago 2016

“Casi todo el Mediterráneo sufre sobrepesca mientras el Atlántico recupera sus stocks”

Fuente: SINC

Ray Hilborn durante una vista a Madrid / Olmo Calvo (Sinc)

Ray Hilborn durante una vista a Madrid / Olmo Calvo (Sinc)

En 2006, la revista Science publicaba un estudio que afirmaba que la pérdida de biodiversidad marina desembocaría en la incapacidad del océano de recuperarse de las perturbaciones y esto supondría el fin de la pesca para el año 2048. Sin embargo, también señalaba que esta tendencia es reversible.

El biólogo marino y profesor de Ciencia Pesquera en la Universidad de Washington (EE UU), Ray Hilborn, es un firme defensor de la explotación de los recursos pesqueros y habla de tres grandes mitos en torno a la pesca: las afirmaciones de que las existencias están disminuyendo en todo el mundo, que la mayoría de las pesquerías no se gestionan de manera sostenible y que el acto de pescar destruye el medio ambiente. “Es una situación mucho más compleja”, afirma a Sinc.

Según un estudio publicado este año en la revista Proceeding of the National Academy of Sciences, del que es coautor, una gestión eficiente de los recursos pesqueros aumentaría la biomasa relativa en 619 millones de toneladas y proveería proteínas a 500 millones de personas más.

El biólogo y su equipo analizaron más de 4.500 pesquerías de todo el mundo –lo que representa el 78% de las capturas mundiales de pescado– a partir de una serie de modelos bioeconómicos. El estudio demuestra que la productividad y la salud de los océanos son compatibles. “Se puede lograr una combinación de pesquerías y objetivos de conservación mediante la fusión de diversas acciones de gestión, incluidas las restricciones de captura, la modificación de los artes de pesca, y áreas cerradas, dependiendo del contexto local”, apuntan.

Por el contrario, “la prohibición de la pesca exigiría incrementar la explotación de otras fuentes como la ganadería, cuyo impacto medioambiental es aún mayor, sobre todo debido a los gases de efecto invernadero”, subraya el científico. Sus declaraciones han sido criticadas en ocasiones por organizaciones conservacionistas como Greenpeace.

“Lo primero que hicimos fue ver el impacto de la pesca de arrastre”, dice Hilborn. El investigador asegura que el impacto en los fondos marinos donde se practica este arte de pesca “es mínimo”. Una visión que contrasta con la de otros estudios como el de la Universidad de Glasgow (Escocia) y la Marine Scotland Science que asegura que las capturas por encima del rango de profundidad de 600 a 800 metros tienen un impacto ecológico colateral que está aumentando significativamente, mientras que la ganancia comercial por unidad disminuye.

En otro estudio publicado también en Science en 2009, analizaron las tendencias actuales desde una perspectiva de pesca y conservación. Sus resultados apuntan a que el 63% de las poblaciones de peces en todo el mundo todavía requiere de reconstrucción, y se necesitan tasas de explotación aún más bajas para revertir el colapso de las especies vulnerables. “El impacto de las flotas internacionales y la falta de alternativas a la pesca complican la reconstrucción de las pesquerías en muchas regiones pobres y existe la necesidad de una perspectiva global de la reconstrucción de los recursos marinos”, señalan.

Tendencias de los stocks de pesca en el mundo

Para conocer la abundancia de poblaciones de peces en el mundo se creó la Base de Datos de Evaluación Global. Regiones como la del Mediterráneo, la costa noroeste de África o el sureste asiático son las que menos información científica recopilan, y donde es más común la sobrepesca, “debido a que se carece de medidas de gestión efectivas”, asegura Hilborn.

Esta falta de datos contrasta con otras áreas como Estados Unidos, Islandia, Noruega y Nueva Zelanda, donde existe una larga trayectoria de definición de políticas pesqueras y medidas basadas en el conocimiento científico, en opinión del experto.

Mediante esta fuente de información se puede observar, por ejemplo, cómo el caso del Atlántico es muy diferente al del Mediterráneo. “En el primero las pesquerías están recuperando sus stocks, mientras que en casi todo el Mediterráneo hay sobrepesca. Al aplicar programas de gestión eficiente, los stocks se mantienen estables o aumentan”, concluye el investigador.

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