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La sustitución de estos vectores energéticos contaminantes por otros respetuosos con el medioambiente –los llamados combustibles verdes– es la única vía para evitar los graves efectos medioambientales asociados al cambio climático.
Los investigadores Antonio Gallardo, Luis Villagarcía y Manuel Delgado Baquerizo lideran varios proyectos dirigidos a conocer las consecuencias del cambio global en el medio urbano y ruderal.
Las ciudades representan solo el 2 % de la superficie de la Tierra, pero producen el 70 % de las emisiones a nivel global y consumen el 78 % de los recursos. Esto justifica que se tengan que tomar medidas para reducir estas cifras , entre ellas, apostar por edificios sostenibles.
Recientemente, el Foro Ecnómico Mundial (FEM) ha publicado información sobre la idea de plantar pequeños bosques urbanos “para impulsar la diversidad y luchar contra el cambio climático”.
La lucha contra el cambio climático, el derecho y la soberanía se están viendo afectados por cambios conceptuales de calado. Las razones son diversas y guardan relación con los cambios en nuestras sociedades y en sus ordenamientos jurídicos, cada vez más globalizados.
Para no desestabilizarse, la sociedad y la economía necesitan crecer, acelerarse. Están condenadas a una incesante innovación. La desaceleración que estamos viviendo desestabiliza ese statu quo, pero ¿en qué sociedad queremos vivir?
Restaurar y proteger la naturaleza es una de las mejores estrategias para enfrentar el cambio climático, pero no sólo por su capacidad de absorber carbono de la atmósfera.
El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico pretende que se introduzcan cambios en los currículos del sistema educativo formal para reforzar el tratamiento del cambio climático.