Las orcas y delfines de aguas europeas tienen altas concentraciones de PCB
Investigadores de la Sociedad Zoológica de Londres en colaboración con científicos de la Universidad de Barcelona constatan en un estudio que existe una alta concentración de bifenilos policlorados o PCB en orcas y delfines de aguas europeas.
«El trabajo ha permitido obtener una imagen global de las tendencias de los últimos veinticinco años, y se ha podido ver en el tejido de los cetáceos que los niveles actuales de PCB, más de treinta años después de su prohibición, son excesivamente elevados en aguas europeas, tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo, siendo en este mar mucho más elevados», explica Àlex Aguilar, director del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la Universidad de Barcelona (IRBio-UB) y uno de los expertos que ha liderado la investigación.
El trabajo, publicado en Scientific Reports, está basado en estudios a largo plazo del tejido de 1.081 cetáceos, entre ballenas, delfines y marsopas, y ha permitido establecer que las orcas (Orcinus orca), los delfines mulares (Tursiops truncatus) y los delfines listados (Stenella coeruleoalba) en Europa son las especies que contienen las concentraciones más altas del planeta de bifenilos policlorados.
Las concentraciones de estos productos químicos tienden a permanecer más elevadas cerca de las zonas industriales y centros urbanos densamente poblados; por lo que las aguas europeas son especialmente vulnerables. Concretamente, los investigadores han determinado que las áreas centrales y del oeste del Mediterráneo, del suroeste de la península ibérica, del golfo de Cádiz y del estrecho de Gibraltar son puntos críticos para estos mamíferos; ya que en ellos se han encontrado concentraciones por encima de los 40 mg/kg.
Para llevar a cabo este trabajo, se han puesto en común los resultados de una veintena de centros de investigación europeos (de Inglaterra, Escocia, España, Irlanda, Suecia, Portugal y Eslovenia) especializados en este tipo de estudios. Con ello se ha conseguido una imagen global de tendencias entre 1990 y 2015.
Además de la Universidad de Barcelona, han participado en la investigación los siguientes centros españoles: el CIRCE Conservación, Información y Estudio sobre Cetáceos (Algeciras), la Estación Biológica de Doñana (Sevilla), la Coordinadora para el Estudio de Mamíferos Marinos (CEMMA, Pontevedra), la Sociedad para el Estudios de los Cetáceos en el Archipiélago Canario (SECAC, Lanzarote) y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (Gran Canaria).
«Aunque las concentraciones de PCB son ahora menores que las de los años 1980 y 1990, aún se encuentran por encima del umbral que se considera peligroso para los predadores marinos, principalmente los delfines y las orcas. Por tanto, hay que seguir controlando la evolución de estos contaminantes en las próximas décadas», afirma Assumpció Borrell, investigadora del IRBio-UB que ha participado en el estudio.
El efecto acumulativo de los PCB en el final de la red alimentaria
Aunque tras su prohibición en 1977 se ha registrado una reducción inicial de PCB durante dos décadas, en épocas recientes los niveles de estos contaminantes químicos permanecen estables y aún se encuentran en el medio ambiente en concentraciones elevadas.
Por efecto de la lluvia, los PCB han sido lavados de la tierra poco a poco y llevados a los océanos, donde se acumulan. Puesto que no pueden ser excretados ni degradados por los organismos vivos, estos contaminantes se fijan en sus tejidos y se acumulan progresivamente a lo largo de las cadenas alimentarias, llegando a concentraciones muy altas en los animales predadores terminales, como los grandes cetáceos o los mamíferos.
En concentraciones elevadas, los PCB producen varios efectos negativos en las especies marinas: son potentes inmunosupresores, interfieren en la reproducción y el crecimiento de los animales y provocan problemas hepáticos y hormonales. En el mar Mediterráneo, las elevadas concentraciones de PCB estuvieron detrás de las mortandades que en 1990 y 1991 afectaron a los delfines listados, y que provocaron la muerte de muchos miles de ejemplares de esta especie.
Efectos de los contaminantes
El Grupo de Investigación de Grandes Vertebrados Marinos del IRBio-UB y del Departamento de Biología Animal, que lideran los profesores Àlex Aguilar y Assumpció Borrell, fue pionero en la investigación relacionada con el efecto de los contaminantes en las poblaciones de cetáceos y de otros mamíferos marinos. En los años 90, estableció por primera vez una relación causa-efecto entre la exposición elevada a los PCB y la inmunosupresión en los delfines, que desembocaba en una mayor susceptibilidad a agentes infecciosos como el virus del moquillo o Morbillivirus.
En los últimos años, con la financiación de la Fundación Barcelona Zoo, el grupo ha continuado investigando la fisiología de estos contaminantes en los diferentes tejidos de los delfines, así como la tendencia reciente que siguen las concentraciones ambientales marinas.
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