Desgraciadamente, hace unos días las noticias nos daban unos datos preocupantes sobre la miel de romero: la producción cae en picado y es de menos calidad. Nada más y nada menos que pasa de 100.000 kg el año pasado a 15.000 kg en esta campaña. Según estos medios, una de las causas sería la sequía, pero, ¿cómo es esto? ¿Cómo afecta la sequía a la producción de miel?
La primera premisa de esta situación está claro que es cierta. Estamos pasando un año muy seco y las temperaturas están por encima de la media habitual en muchos casos. Esto hace que algunas plantas tengan dificultades para sobrevivir y todavía más para sacar las flores que tienen que ser polinizadas. Pero este no es el único problema. Por un lado, la sequía está cambiando el calendario de nuestra flora y no necesariamente lo hace al mismo tiempo que los insectos que la polinizan y, por otra parte, disminuye la producción del néctar que atrae a la abeja.
La sequía altera la época de floración.
En muchas ocasiones la planta sí que consigue sacar las flores a pesar de las dificultades hídricas, pero lo hace fuera de la época habitual, confundida por el calor y la aridez. Así, cuando llega el polinizador, la flor ya se ha marchitado o todavía no está en su pico de floración.
Menos néctar, menos premio.
El néctar es el conjunto de azúcares que atrae los polinizadores hacia las flores y que los recompensa al llegar. La sequía disminuye su producción, provocando que las abejas de la miel y otros insectos que se alimentan de ello lo pasen mal. Además, justamente es este néctar el que usa la abeja para producir la miel cuando llega a la colmena, de forma que si tiene menos también “fabricará” menor cantidad.
Por si fuera poco, que este premio vaya menguando también afecta a la polinización, porque cuando la abeja llega al romero en busca del néctar, el polen se le queda enganchado en las patas y facilita la fecundación entre las plantas que visita.
Más allá de estos dos fenómenos que están sucediéndose y provocando una menor producción de miel en Cataluña, un estudio del científico y la científica alemanes Kuppler y Kotowska advierte que la falta de agua no solo afecta al néctar y el desarrollo floral, sino que también podrían cambiar la forma de las flores, su aroma y la propia producción de polen. El escenario que se nos dibuja puede ser todavía peor; nos encontramos ante algunas alteraciones en cómo los polinizadores y las plantas interactúan que al final tienen consecuencias muy tangibles para la sociedad. Ahora lo hemos visto en la disminución de la estimada miel como resultado de la interacción abeja-romero, pero no es el único caso y hay que concienciarse. Así podremos seguir llamando miel a las cosas buenas de la vida y no a las efímeras.
Referencias:
Flo, V., Bosch, J., Arnan, X., Primante, C., Martín González, A. M., Barril-Graells, H., & Rodrigo, A. (2018). Yearly fluctuations of flower landscape in a Mediterranean scrubland: Consequences for floral resource availability. PloS One, 13(1), e0191268. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0191268.
Kuppler, J., & Kotowska, M. M. (2021). A meta-analysis of responses in floral traits and flower-visitor interactions to water deficit. Global Change Biology, 27(13), 3095–3108. https://doi.org/10.1111/gcb.15621